Esta experta en diseño de proyectos de formación dirigidos a colectivos en exclusión asegura que el mercado laboral se está convirtiendo en un “mercadeo de personas” en el que mujeres, jóvenes y mayores de 55 años se llevan la peor parte.

Belén Ferreras Bilbao —

Izaskun Barbero, responsable de Innovación y Desarrollo de proyectos de Empleo y Economía Solidaria de Cáritas Bizkaia, ha participado este jueves en el VI Congreso de Empleo organizado por el Departamento de Trabajo y Empleo del Gobierno vasco que dirige la vicelehendakari Idoia Mendia, cuya primera jornada se ha desarrollado bajo el título ‘Competencias y cualificación para un empleo digno’. Es precisamente el derecho a un empleo digno, lo que pretende “blindar” la ley vasca de Empleo, que se aprobará en breve en el Parlamento Vasco, mediante un proceso de formación personalizado a los parados a través de Lanbide. Barbero ha trasladado en la mesa de debate la experiencia que desarrollan a través de la iniciativa Sendotu Aldiberean para personas en riesgo de exclusión. Es una iniciativa en la que participan siete entidades sociales y que ha facilitado la inclusión laboral a más de 8.000 trabajadores desde su nacimiento en 2015. Por su experiencia, sabe de primera mano que no todos los empleos a los que se puede acceder ahora pueden calificarse de “dignos” y que hoy en día, “tener trabajo no garantiza no estar en exclusión social”, porque el mercado laboral, más que un mercado es un mercadeo de personas“, dice.

¿Qué entiende usted por un empleo digno?

Un empleo digno es aquel que nos permite poder desarrollar un proyecto de vida. Utilizamos mucho los términos de empleo digno y de empleo decente, no solamente referido a la remuneración, que también, sino a todas las condiciones laborales que están alrededor del empleo. Cuestiones relativas a la seguridad laboral, a los horarios, al calendario que te permita conciliar el empleo con la vida personal y familiar… Son muchas las cuestiones que están alrededor de este término.

¿Cada vez hay menos empleo ‘digno’? Porque hay más gente que aunque tiene trabajo necesita pedir ayudas sociales o de organizaciones como Cáritas.

En los últimos años empezamos a hablar de un nuevo colectivo que es el colectivo de los trabajadores pobres. Personas que han accedido a un empleo, que se encuentran trabajando pero en unas condiciones que, o bien por una parcialidad no deseada, es decir, porque es un contrato de menos de media jornada, o bien por la temporalidad, o por el salario que reciben no les permite desarrollar un proyecto de vida. Jóvenes que no pueden emanciparse o personas que no llegan a fin de mes, que viven, digamos, en la cuerda floja, en una red muy inestable. Ahí es donde entra muchas veces las familias. Eso lo vimos mucho con la con la crisis económica y luego con la crisis sociosanitaria de la pandemia. Pero ese fondo ya se ha acabado para la mayoría de las familias y cuando el único dinero que entra en casa es el que viene de la de la nómina y la nómina es muy baja y no llega, pues te encuentras en una situación de exclusión. De hecho, el informe FOESSA de Cáritas Confederal habla ya de un porcentaje preocupante y que va en aumento de personas trabajadoras que ya no están en alta vulnerabilidad, sino en una situación de exclusión social, o sea, en una situación de precariedad económica y que a pesar de tener un empleo no pueden poner la calefacción y tienen que vivir del préstamo de familiares o de vecinos. Lo vemos en los barrios: hay tenderos que están acostumbrados a fiar a la gente a partir del día 20 del mes, que es cuando las familias se les ha acabado el dinero, y ahora nos dicen que les están empezando a pedir que se les fie a partir del día diez.

Supongo que la escalada de precios está complicando aún más la situación.

Claro. La cuestión de la parcialidad, la temporalidad o la precariedad de los contratos es algo que llevamos viendo desde de los últimos diez años, sobre todo con la crisis económica del 2008. Lo que ocurre es que ahora se produce un fenómeno de tormenta perfecta, porque a los bajos salarios se ha sumado el encarecimiento de todos los productos.

Cuando los empresarios se quejan de que no encuentran trabajadores siempre me pregunto qué condiciones ofrecen

Las estadísticas de empleo dicen que la contratación temporal y precaria ha disminuido con la reforma laboral. ¿No lo perciben así?

Es verdad que con el cambio en la legislación laboral hemos notado un aumento de contrataciones indefinidas. Pero las contrataciones temporales se siguen produciendo, porque al final sigue habiendo una serie de supuestos en los que sí son posibles y muchas empresas siguen agarrándose a eso. Además, aunque se realicen contratos indefinidos, la posibilidad de hacer una indemnización por despido improcedente ha ido bajando tanto a lo largo de los últimos años que la empresa más o menos lo tiene ya calculado. Es decir, cuando va a calcular el coste laboral de una persona a la que sabe que la quiere sólo para un mes, calcula ya el coste del despido improcedente, entonces le hace un contrato indefinido aunque sabe claramente que en un mes esa persona va a ser ser despedida. Entonces por el tema de la parcialidad, de la temporalidad o por el salario, hay que muchas personas que figuran como personas trabajadoras, pero no les permite desarrollar un proyecto de vida. Y además esas personas tienen más dificultad para incorporarse a un proceso de formación, de orientación a nivel laboral porque tienen una disponibilidad muy limitada al dedicar ya un gran número de horas a sus empleos. Eso nos supone un gran reto para organizar y diseñar los proyectos de inclusión. Actualmente el empleo no es garantía de inclusión social como lo era hace años y muchas veces hasta hasta lo perjudica en determinados colectivos.

¿A qué colectivos se refiere?

Por ejemplo al de mujeres migrantes que encuentran un empleo en el ámbito del trabajo doméstico, en el que se enfrentan a veces a situaciones que casi rozan la esclavitud. Y ese empleo no sólo no les permite desarrollar su proyecto vital, sino que además les está generando una situación en la que están teniendo que desarraigar de lo comunitario y pierden las redes sociales que han podido crear cuando han llegado a Euskadi. Y no estoy hablando de economía sumergida, estoy hablando de casos con contrataciones legales con altas en la Seguridad Social, pero que por las condiciones que tienen, no pueden desarrollar sus proyectos vitales. También se da en sectores como el hostelero.

A veces por cada persona que conseguimos que acceda a un empleo en unas condiciones dignas, el mercado laboral, por la cola, está expulsando a diez

¿Este peligro de exclusión social se da también otros colectivos como jóvenes o los trabajadores más mayores?

Sí, claramente. El mercado laboral actual no es un mercado, es un mercadeo de personas. Es muy exigente con determinados perfiles y excluye sistemáticamente a las personas más jóvenes y a las personas más mayores. Vemos como los índices de desempleo de las de las personas jóvenes es el de los de los más altos, siempre en comparación con otros grupos de edad. Y luego en los más mayores, lo que ocurre es que el índice de desempleo no es tan alto, pero si caen en una situación de paro la cronificación en esa situación es de las mas altas. Antes hablábamos de los colectivos de mayores de 45 años, pero ahora hablamos de los mayores de 55, porque al retrasarse además la edad de jubilación necesita volver a incorporarse en el mercado laboral. Esto la verdad es que es un reto súper duro. Además del tema de la edad y de las mujeres está el colectivo de personas con bajo nivel de estudios, o con estudios, pero sin homologar porque los han realizado en otros países y no han conseguido la homologación.

No la veo muy optimista con lo de conseguir extender el empleo ‘digno’.

Muchas veces, con la gente que entra en nuestros programas, vemos que por cada uno que hemos conseguido que acceda a un empleo en unas condiciones dignas y decentes y el mercado laboral, por la cola, está expulsando a diez. Entonces a veces pues es un poco es un poco difícil el seguir aportando soluciones desde el ámbito social, cuando realmente las políticas económicas van por un lado y las políticas de empleo van por otro.

¿A qué se refiere?

Pues a que mientras no se dificulte o no pongamos más trabas a la posibilidad de los despidos por parte de las empresas, mientras no entendamos que las empresas, más allá del beneficio económico, tienen que tener un beneficio social, va a ser difícil. Y un beneficio social significa no que me sobra el dinero y después de dar un poquito para pagar impuestos con otro poquito creo una fundación, sino que el propio sentido que yo le doy a mi empresa es que tenga un un adecuado impacto social en la comunidad y entonces voy a dignificar las condiciones laborales de mis empleados, voy a tratar de evitar situaciones que puedan suponer causas de despido y voy a tratar de incorporar en mi empresa a las personas que tienen perfiles con más dificultades como personas migrantes, como personas mayores de 45, como personas con discapacidad. Eso eso es un poco lo que me refiero. Y eso no lo marca la política de empleo, eso no lo marcan las políticas económicas en las que que bueno, pues que al final de lo que de se trata muchas veces es de obtener el máximo posible de beneficios, conseguir el crecimiento económico y el superávit por parte de las empresas, sin mirar más esta vertiente más social.

Mientras no se dificulte el despido y no entendamos que las empresas, más allá del beneficio económico, tienen que tener un beneficio social, va a ser difícil

Entonces lo primero sería legislar para dificultar el despido e impedir la precariedad…

Claro, efectivamente. Llevamos unos años en los que las sucesivas subidas del salario mínimo interprofesional, por ejemplo, ha sido un elemento muy positivo, que ha dignificado muchas situaciones. Pese a que cuando al final se han visto acompañadas de un incremento del precio de los productos pues tampoco al final han servido para mucho, pero al menos han paliado determinadas situaciones de pobreza. Pero yo creo que que hoy en día es muy fácil despedir por motivos objetivos. Con lo cual no sirve el impulso que se ha dado a las contrataciones indefinidas queda sesgado por la facilidad también con la que se producen los despidos en las empresas.

Ustedes preparan itinerarios para insertarse en el mercado laboral, ahora los empresarios se quejan continuamente de que buscan gente pero no la encuentran: ¿qué opina de ello?

Cuando oigo a los empresarios quejarse de que no encuentran trabajadores siempre me pregunto cuáles son las condiciones laborales que están ofreciendo en esos puestos de trabajo que dicen que no pueden cubrir. Nosotros somos agencia también de colocación, intermediamos entre la oferta y la demanda. Y cuando las empresas nos piden una persona pedimos por supuesto que se cumpla la legalidad, pero siempre les preguntamos en relación a las condiciones laborales que va a tener la persona. Y de primeras, muchas veces las condiciones laborales que ofrecen son muy precarias. Es verdad que dicen bueno, pero si luego me gusta, si luego va bien pues entonces irán mejorando. Bueno sí, irán mejorando, pero de primeras las condiciones laborales no suelen ser adecuadas.

¿Falta concienciación en la parte empresarial sobre lo que debe ser un empleo digno?

En el empresariado y en la sociedad en su conjunto. Porque los ciudadanos establecemos a veces diferencias en relación a lo que es la calidad del empleo, muy diferentes si es para nosotros o para otros. Por ejemplo, cuando hablamos de las personas migrantes, aceptando que tengan unas condiciones de trabajo en el ámbito agrario en cuanto a hora o dónde viven que probablemente para nuestros hijos diríamos que son empleos precarios, indignos y que no puede ser, pero cuando lo viene un autobús de senegaleses y lo tenemos enfrente y lo vemos, pues nos parece que son adecuados porque ellos vienen de un país en el que las condiciones laborales son casi de semiesclavitud. O cuando se contratas a una persona para que cuide a nuestra madre o a nuestros hijos en casa, cuesta concienciar a las familias de que esas personas tienen que tener unas condiciones laborales y de descanso de días libres… Los que contratan tienen sus propios trabajos, ellos saben en qué condiciones laborales están, pero cuando se trata de que alguien venga a casa a cuidar al abuelo el criterio suele cambiar bastante. Entonces las empresas sí, pero la sociedad también, porque creo que es una cuestión de valores en la que tenemos que reflexionar todos.

Belén Ferreras Bilbao —



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